Lipedema y nutrición

Lipedema y nutrición

La nutrición desempeña un papel esencial en el manejo del lipedema. Aunque esta enfermedad no está causada por la alimentación, una dieta adecuada puede reducir la inflamación, mejorar la circulación, controlar el peso corporal y aliviar muchos de los síntomas asociados. El enfoque nutricional debe ser personalizado y orientado a mejorar la salud metabólica y linfática del paciente.

El lipedema se caracteriza por una acumulación de grasa resistente a dietas y ejercicios convencionales. Por eso, el objetivo principal de la nutrición no es la pérdida de peso, sino la reducción de la inflamación sistémica y el control del edema. Para ello, se recomienda una dieta antiinflamatoria rica en vegetales, frutas con bajo índice glucémico, grasas saludables (aceite de oliva, aguacate, semillas) y proteínas magras (pollo, pescado, legumbres).

Es fundamental evitar alimentos que favorezcan la inflamación, como azúcares refinados, harinas blancas, frituras, embutidos y productos ultraprocesados. También se recomienda moderar el consumo de sal para prevenir la retención de líquidos y promover una adecuada hidratación, que facilita la eliminación de toxinas por vía linfática.

La suplementación con omega-3 o antioxidantes también puede ser considerada como parte de un plan integral, siempre bajo indicación profesional. Además, llevar un diario alimentario puede ayudar a identificar intolerancias alimentarias o patrones que empeoren los síntomas.

La nutrición no es solo una herramienta terapéutica, sino también una forma de empoderamiento del paciente. Adoptar hábitos alimentarios saludables, sostenibles y placenteros mejora el estado físico y emocional, y convierte la alimentación en una aliada clave en el tratamiento del lipedema.

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