La fisioterapia es un pilar del tratamiento del lipedema. Con técnicas especializadas, ayuda a reducir la inflamación, aliviar el dolor y mejorar la movilidad. Entre las más utilizadas están el drenaje linfático manual, la compresión terapéutica y el ejercicio adaptado.
El drenaje linfático manual estimula el sistema linfático, favoreciendo la eliminación de líquidos acumulados. El uso de medias de compresión también contribuye al retorno venoso y linfático, previniendo el avance de los síntomas.
El ejercicio debe ser de bajo impacto y personalizado. Caminar, nadar, yoga y pilates fortalecen la musculatura sin dañar los tejidos. También se pueden incluir movilizaciones articulares y estiramientos para mejorar la postura y la flexibilidad.
Un plan fisioterapéutico bien diseñado ayuda a mantener la funcionalidad, reducir molestias y evitar la progresión del lipedema. Es clave que sea ejecutado por profesionales capacitados en el manejo de esta condición para garantizar seguridad y efectividad.