Los cuidados postoperatorios en pacientes con lipedema son fundamentales para garantizar una recuperación efectiva, prevenir complicaciones y optimizar los resultados quirúrgicos. Tras una intervención como la liposucción tumescente o asistida por agua, es necesario seguir una serie de recomendaciones que promuevan la cicatrización, controlen la inflamación y mantengan la funcionalidad de las extremidades.
El uso de prendas de compresión es esencial desde las primeras 24 horas después de la cirugía. Estas prendas ayudan a reducir el edema, evitar la formación de seromas, mejorar el drenaje linfático y estabilizar los tejidos. Deben ser personalizadas, cómodas y utilizadas durante varias semanas, según la indicación médica.
El drenaje linfático manual postquirúrgico, realizado por profesionales capacitados, contribuye a eliminar el líquido acumulado, reducir la inflamación y acelerar el proceso de recuperación.
El reposo relativo es importante, pero debe ir acompañado de movimientos suaves y progresivos para evitar rigidez articular y favorecer la circulación. Caminar, realizar ejercicios respiratorios y movilizar las extremidades con cuidado forma parte del protocolo postoperatorio.
La alimentación también cumple un rol importante en esta etapa. Una dieta rica en proteínas, vitaminas y antioxidantes favorece la cicatrización, mientras que la reducción del consumo de sal ayuda a controlar la retención de líquidos. La hidratación debe ser constante para apoyar la función renal y linfática.
El control del dolor y el seguimiento médico periódico permiten detectar precozmente cualquier signo de complicación, como infecciones, hematomas extensos o fibrosis. También es recomendable el apoyo emocional para enfrentar los cambios físicos y emocionales del postoperatorio.
Con un plan bien estructurado y un equipo de profesionales especializados, el postoperatorio de una cirugía de lipedema puede ser una etapa segura, positiva y transformadora en el camino hacia el bienestar integral.
